Entiendo la frustración, esa desesperación por entender el cabizbajo repentino que me sucede cada domingo. Ni siquiera yo logro comprenderlo. Te acercas a mí, tomas mi rostro y lo recargas sobre tu hombro. Me recuerdas que estarás ahí. Que has aprendido a amarme a pesar de las adversidades, que hace tiempo decidiste hacerlo así. Esta es la primera vez que quiero poder hablar del amor en presente.